No sé por qué he amado las montañas desde que era niño. Cuando era pequeño, desde los tres años, mis padres solían llevarme a pasar las vacaciones al mar, a Pegli, Varazze y Cavi de Lavagna y yo solía preguntar, ¿por qué no subimos a las montañas? Creo que tenía catorce años cuando mi padre me llevó a esquiar a Mottarone, una cima bien conocida por los habitantes de Lombardía y entonces siempre cubierta por la nieve. Durante los años del fascismo, los alumnos de la escuela estaban obligados a ser miembros de la ONB, el “Movimiento Italiano de Juventudes Fascistas” y, obligado a tomar una decisión, elegí lucir con orgullo una pluma sobre el sombrero y enrolarme como “avanguardista” en las tropas pre-alpinas – que se reunían cada sábado por la mañana en la Plaza General Cantore, en Milán, mi ciudad de nacimiento.
Afortunadamente mi padre no era fascista, lo que me inclinaba a que odiara estos desfiles. Sin embargo, tuve la suficiente suerte como para que el capitán Vittorio Strumolo, que había oído hablar de mi habilidad como esquiador, me enviara directamente a Livrio para aprender, ascendiendo a pie desde Bormio hasta el paso del Tonale, y luego enrolándome como un competidor a nivel nacional en Santa Caterina en Valfurla, la planicie de Asiago y el Monte Resegone.
El resultado fue que mi pasión por el deporte y la montaña se hicieran aún mayores. Gracias a mi experiencia como fotógrafo, también llegué a conocer al Brigada General Giorgio Rigon y convertirme en su fiel amigo. Aquí es donde la historia comienza.
Giorgio Rigon nació en Treia (MC) en 1933. Se alistó como oficial en las fuerzas alpinas llegando hasta el rango de brigada general.
Como fotógrafo estudia el proceso de la comunicación visual, desarrollando un particular interés por los movimientos artísticos del siglo XX.
Fue crítico de arte y fotografía para revistas y periódicos. En 2004 recibió el FIAF “Fotógrafo del año” – el mayor reconocimiento italiano. En 1985, comenzó a recopilar fotografías históricas de la Brigada Alpina Tridentina, prestando especial atención a los eventos que rodeaban la Campaña Rusa.
De acuerdo con los deseos de su mismo superior y con el apoyo del General de Personal de la Armada, produjo los siguientes trabajos de fotografía histórica: “La campaña rusa” y “La fortaleza de Francisco I”.
Durante más o menos diez años, ha estado organizando conferencias de diferentes asuntos militares relacionados con la I y II Guerra Mundial, con la proyección de diapositivas y documentos de aquel periodo.
En 2011 compiló un texto histórico “El área de Carnia durante la I Guerra Mundial”.
Vive y trabaja en Bressanone.
1956: Como teniente segundo en las fuerzas alpinas y como instructor de escalada en roca, observé las piernas de las tropas alpinas mientras escalaban para decidir cuáles de ellos podrían perfeccionar sus habilidades para llegar a ser exploradores alpinos.
Buenas piernas, fuertes, musculosas y... peludas. Todas admirables y prácticas en mi profesión.
Luego, durante un periodo viviendo en el mar, comencé a darme cuenta de otros tipos de piernas, piernas femeninas, delicadas, sinuosas, poco acostumbradas al estrés del montañismo y que, cuando se movían, dejaban unos bellos, bien proporcionados, variables y dinámicos trazos en el aire. Decidí que este sería el centro de mi búsqueda estética y lo fue durante décadas.
1981: Como teniente coronel, me hice cargo del batallón alpino “Valle del Brenta” en Brunico. Era especialmente afortunado porque al año siguiente se celebraba el centenario de la formación del “Battalion” (el antiguo batallón de las fuerzas alpinas). Para celebrar el aniversario y recordar a los caídos mientras tenía lugar la lucha con una de las unidades, durante la I Guerra Mundial, organicé muchas actividades y eventos alpinos en diferentes lugares donde el “Val Brenta” luchó en 1916. Me centré en particular en el Monte Cauriol en la zona de Lagorai. En junio realizamos ataques simulados en la cima, con una compañía a un lado (entonces italiano) y otra en la zona norte (entonces austriaco) y un destacamento alpino, dirigido por uno de mis capitanes que era un experto escalador que llegó a convertirse en guía alpino, reptando todo ese largo camino por una ruta particularmente impenetrable para llevar a cabo la simulación de un ataque sorpresa en la cima. Por el reconocimiento del batallón “Val Brenta” con la medalla de plata al valor militar en 1916, llevé una placa de bronce. Pesaba 30 kg y tuvimos que cargarla sobre nuestros hombros hasta la cima, donde fue colocada con cemento en la montaña y cuya situación fue enviada por radio a todos los altos comandos y también enviada a las unidades de las fuerzas alpinas.
Recibí una gran felicitación del entonces Ministro de Defensa.
Me encanta describirme como un artesano de la habitación oscura, donde trabajo exclusivamente con cuatro ampliadoras, todas diseñadas y realizadas por mí, de acuerdo con mi particular criterio creativo, que en mi propia andadura he definido como: “invención, habilidad para manipular materiales, saltarse la normas, transgredir y simplificar”. Mi “único amor verdadero” es la forma femenina, focalizada especialmente en el silencioso lenguaje de los gestos y de los movimientos más insignificantes que la mujer usa para expresar su existencia.
Inducido por la motivación de varios premios y conociendo muchos fotógrafos, puedo confirmar que sus imágenes no son un documental, sin embargo, sí que son sensibles a la forma femenina. Esto es lo que siempre buscó para llegar al refinamiento de sus necesidades expresivas, no cerrándose en un sólo proceso lingüístico sino poniendo en juego todo su entusiasmo con el que, desde mi punto de vista, nos dan los Alpes, el placer de la escalada o de andar entre los bosques y los pinares en una atmósfera de pureza que nos transmite a sus habitantes, imágenes que son el placer de vivir.
FIAF FOTÓGRAFO DEL AÑO
“Esta fotografía no tenía carácter de documental”.
(...) Su trabajo, caracterizado por la búsqueda constante de la brevedad y una rigurosa sobriedad de signos, representa un simbolismo idealizado y totalmente original, único en el mundo de la fotografía italiana. Giorgio Rigon es un estudioso del proceso de alcanzar el corazón de la comunicación visual y un experto en la potencialidad de l libertad expresiva de una imagen fotográfica. Su título “Fotógrafo del año 2004” es algo que está totalmente justificado y justo, es el reconocimiento merecido.
Fulvio Merlak
Lo más sorprendente de la obra de Giorgio Rigon es que resulta totalmente impredecible, en referencia a las expectativas históricas y de la crítica de la fotografía italiana de aquel periodo. Es tan impredecible, en realidad, que se hace única por su estilo característico que resulta tan subjetivo que si se intenta emular se cae en una inevitable imitación, y al mismo tiempo se mantiene en pie frente a los más sofisticados análisis críticos. (...)
Sus experiencias nos ofrecen los elementos más brillantes de su original desarrollo como profesional que ha tenido lugar en cada momento de su existencia. En su propia subjetividad, ha mantenido conflictos interiores que han implicado a toda su generación. La fotografía ha sido el lenguaje con el que ha alcanzado el éxito en el arduo trabajo de dibujar una armoniosa línea entre su propia experiencia y su poesía más profunda.
Silvano Bicocchi
Como breve conclusión para está invitación a participar en “L’Eco delle Dolomiti”, una revista que, por su contenido, presentación y acabado, considero fascinante, quiero agradecer al Giorgio Rigon no sólo como artista, sino como hombre. Me gustaría compartir con los lectores uno de sus escritos que recibí junto con tantos otros en los años de vida alpina.
ALGO HE SEMBRADO
El hecho de que desde 1980 mi hijo Gabriele haya decidido seguir una carrera militar es algo que me hace sentir un gran orgullo. Está en la armada como piloto de helicóptero y como tal forma parte en casi todas las misiones de paz (o incluso en guerras) en Namibia, Somalia, Irak, Afganistán y el otras ayudas en Albania y con los curdos.
Él también, sin embargo, ha encontrado el camino para escapar a través de la fotografía. También fascinado por las formas femeninas, se diferencia de su padre en que entrega sus esfuerzos a los aspectos más conceptuales y simbólicos, prefiere crear imágenes de seducción y erotismo. Trabaja con modelos de gran encanto y belleza, estableciendo un clima de empatía y fe con ellas, mientras que yo, menos conversador y mucho más tímido con las mujeres, evitaba trabajar en el estudio, tomando furtivamente las imágenes al vuelo. Estábamos invitados a compartir la exposición de nuestras fotografías y por ello decidimos que debíamos hacerlo bajo un único título: “Signo, caligramas, simbolismo y seducción”, donde las tres primeras palabras caracterizaban mi fotografía y la cuarta pertenece totalmente a Gabriele.
Giorgio Rigon
FOTOGRAFÍA DE UNA VIDA
Lanfranco Colombo fue uno de los más importantes impulsores culturales en el campo de la fotografía italiana durante la segunda mitad del siglo XX. Fundó la primera galería europea dedicada exclusivamente a la fotografía en 1967. Colombo fue el primer exponente de alguno de los más importantes fotógrafos, publicando con la editorial “Il Diaframma” y la revista “Fotografía Popular Italiana” que en 1972 se convirtió en “El Diaframma Fotografia Italiana”.
Durante estas décadas, también organizó exposiciones, ganó premios, escribió, recibió reconocimientos y honores. Con ocasión de una exposición hace algunos años, Colombo escribió sobre su vida: “Casi campeón en muchos deportes (...). Primero periodista, segundo obrero (...). Algunas mujeres, pero sólo un amor verdadero llamado fotografía”. Eso es. Si alguien quisiera decir exactamente qué fue y continúa siendo Lafranco Colombo, sus propias palabras hubiesen valido: un amante de la fotografía. Con un ensayo de Arturo Carlo Quintavalle y las fotografías de Giuliana Traverso.