Llamas de luz
Al anochecer, cuando la luz rojiza del
crepúsculo de las Dolomitas de Brenta envuelve toda
Campiglio con un halo incomparable, precisamente en ese
momento, se produce magia. Mil luces flameantes encienden
el invierno y el candor de la nieve, hablan de bosques encantados,
de perfumes frutales y especiados y de los leves sonidos
de los sueños. Entonces, cuando la última
nieve del día cae para recordar que es diciembre,
hasta la luz más pequeña del pueblo se apaga
y abre paso a las velas. Las antorchas marcan las calles,
el camino, describiendo un itinerario que se cierra en Nochebuena
entre los abetos resinosos cargados de nieve de la Conca
Verde de Campiglio.
Este viaje, de atmósfera rica, comienza al atardecer
de los sábados de diciembre, cuando el bosque alcanza
las viviendas con su sombra misteriosa. Es el momento para
pasear por el centro y ver los escaparates iluminados con
velas, los románticos cafés con pequeñas
luces sobre las mesas, o para regalarse una cena romántica
el pequeño restaurante al final de la calle. En las
plazas se respira el clima mágico del invierno de
una fábula, entre el suave sabor de las manzanas
calientes con canela, el algodón dulce de colores
pastel y las infusiones frutales y humeantes, ofrecidas
por princesas salidas de cuentos. La música de fondo
es la de nuestro último sueño, esa que no
logramos atrapar pero que quisiéramos volver a escuchar.
Los más osados pueden subir a un refugio, con la
linterna en la mano y las raquetas de nieve en los pies,
para cenar a la luz de las velas, mientras una línea
de llamitas doradas ilumina el trayecto de un trineo destinado
al sugestivo y romántico viaje de dos enamorados
entre los abetos cargados de nieve.
|