Sumario

 

EDITORIAL

Poliédrico, multiforme, cambiante en el instante mismo y en el tiempo, según los puntos de propagación y recepción, el eco se difunde multiplicando los infinitos significados en innumerables valores subjetivos, diversificados, únicos e irrepetibles. Sinestesias que se suman y superponen, cuchicheo de palabras trizadas, sobresalto de imágenes que salen de su sopor. Silencio y voces bajas, matices imperceptibles del pensamiento, perspectivas que regresan. Es un filtro, un bagaje, un recurso. El eco no tiene los contornos del espacio, y no tiene confines porque, como el espacio, el eco es consustancial con todo.

 

La magia es universal.
Del lejano norte de los "tonttu", los duendes ayudantes de Papá Noel, llega otra vocecita sumisa, un eco que se hace cada vez más insistente y persuasivo.
Cuenta historias de antiguas sagas, de la vida latente bajo la nieve, de leyendas narradas al calor del hogar. Se vuelve cada vez más audaz e insinuante y lentamente alcanza cada uno de los recovecos de las inmensas extensiones nevadas, donde el eco del viento es la voz narradora del largo invierno nórdico.
Magia hay en cualquier lugar, y hay que saber acogerla, pero su fuerza y su presencia son aún más fuertes allí donde domina la naturaleza, en las dificultades del clima, en las noches largas, en la aspereza de la tierra no siempre generosa.
He encontrado esta naturaleza tan amada e invocada a muchos kilómetros de distancia, y me resulta cada vez más placentero redescubrir todo lo que puede transmitirnos y enseñarnos.
¿Qué mejor, en una fría y oscura noche de invierno, que leer "El eco de las Dolomitas"?
Y revivir intactas las sensaciones, los anhelos, las alegrías y los miedos que tus montañas te regalaron cuando eras joven, haciéndote crecer y luego acompañándote a todas partes, dentro de ti, con toda su fuerza, tenacidad e integridad.
Hojear estas páginas es un regreso a los orígenes, es recuperar la paz de la infancia, la ética de la vida, el sueño de una existencia vivida intensamente
Con los ojos velados, por qué no, por un poco de nostalgia, sigo leyendo, y en la lectura oigo el eco de la montaña que plasma la mente y consuela el corazón.

Cristina Maffei Suomi, Tampere, Finlandia 2006

 

 

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