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¡Qué pequeño me siento frente a la inmensidad del glaciar Lobbia! Aquí arriba siento que reviven en mí los sentimientos de paz y libertadque la Patagonia me brindaba: a los pies del Adamello, la inclinación es más liviana, acaricia mi mente para luego erguirse en una veta o una cresta; allí en Argentina la escalada del Cerro Torre es más vertical, severa y vertiginosa. Crear una huella sobre el manto cándido de la nieve fresca es como sumergirse en un mundo de fábula, inexplorado, encantado.
Llegas al Lobbia del Paso del Tonale, en el funicular, por encima del glaciar Presena. De la estación de llegada, esquís al hombro, en pocos minutos se alcanza fácilmente el Paso Tonale (2990m), donde podemos admirar un espléndido panorama: un interminable mar de montañas afloran ante nuestra atónita mirada hasta el infinito.
Aunque acogedor, no debemos olvidar que el clima de los Alpes a una altitud de más de 2000 m es severo, impredecible y siempre capaz de sorprendernos. Tienes que conocerlo. Si la nieve es compacta y está bien asentada, el riesgo de avalanchas disminuye: te calzas los esquís y desciendes rociando de nieve tu camino, en zigzag, hasta el valle del Mandrone, bajo el lago Oscuro. Son 500 m. en diagonal. Dejando a la izquierda el refugio (2450 m), se toma la falsa planicie hasta llegar al glaciar. Colocado el pelo de foca a los esquís, se afronta el rápido descenso, manteniéndose a la derecha (sendero estival 236). Sobre el glaciar del Mandrone se atraviesa el glaciar directamente cruzando a la loma opuesta de las cumbres del Lobbia Alta, que ha sido escalada con cuerda a lo largo de la costa. Aquí viras a la izquierda y puedes observar el refugio(3040): un nido de águila cuelga de las rocas, transformado a partir de los barracones austriacos de la “guerra blanca” en acogedor restaurante y refugio, para dar reposo a los amantes de la montaña, para ofrecer un pequeño respiro y calor a los alpinistas. La sopa que prepara Romano, el dueño, templa el cuerpo y el espíritu. Él es todo pasión y amor por estos lugares. Es conocido por la acogida que da a los escaladores. Es el espíritu de alguien que ha nacido en la montaña y conoce el valor de albergar a 3000 m de altitud a gente unida por los mismos ideales. Una noche de sueño profundo para restaurar las fuerzas y levantarse a las cuatro y reemprender ruta. El alba se `pierde en el horizonte, alargándose hasta el infinito. Unas pocas nubes forman la niebla en la bahía?, un peligro incluso para el más experto. Si te pilla desprevenido una niebla espesa, te verás desorientado. Totalmente perdido. Irás errando el camino, aturdido y asustado más aún que en una noche sin luna, sin estrellas, inseguro del camino a escoger. ¡Cuán a menudo ha sonado la vieja campana del refugio de alerta por iniciativa de Romano! En estas circunstancias ha guiado a los escaladores en dificultades hasta este refugio seguro y sonoro.
El Refugio de las cascadas de Adamello (en el Lobbia) se deja atrás cuando nos dirigimos a la Cresta Croce (3300) para alcanzar en la cumbre un cañon del calibre 149, testimonio de estas épicas contiendas. Apunta al Caré Alto, en la frontera austro-húngara, y te embarga de temor. Repentinamente hace resurgir las crónicas de la guerra en nuestra mente, invierno, 1915 con 50 metros de nieve... las huellas de la guerra blanca. No lejos de aquí, en el capitel dedicado a Juan Pablo II, un enorme granito tiene grabadas las palabras del papa Woityla: “Este lugar, ayer enclave de la guerra, hoy se ha convertido en un lugar de paz”.
Desde aquí puedes descender a través de vastos espacios, sobre inmaculadas montañas de nieve, con total libertad para trazar tu propio camino. Alcanzamos el paso de Topette (2910m). De aquí llegas al salvaje valle de Folgorida. Un largo descenso te sitúa en el pastizal de Folgorida (1980m) y después a los pastos de Cioch (1600m) y de ahí al espeso bosque que lleva a Ragada (1250m) en el camino del Valle de Génova que conduce a Carisolo (Val di Rendena).
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