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Los montes de Tatra: la cumbre rocosa de un pueblo llano que se encuentra en el sur de Polonia, en el territorio limítrofe con Eslovaquia. Zakopane es una pequeña ciudad en el centro de esta cumbre. Desde aquí estamos más cerca de Budapest y Viena que desde Varsovia, pero es característico de estas zonas que, para bien o para mal, concentren todos los aspectos típicos de Polonia y de los polacos.
Un cinturón de nubes oscuras cubre la montaña, sopla un viento frío similar al de los Alpes, que hace que en el aire exista un torbellino de hojas y de ramas rotas. Empujado por otra ráfaga de viento, el paseante camina encorvado sobre la acera. De un bosque de viejos fresnos en medio de un prado, en el corazón de la ciudad, se puede escuchar un canto gutural, típico de los habitantes de estas montañas, un canto penetrante y vivo, que tiene poco que ver con el concepto clásico de armonía y de melodía musical. Los árboles crujen, resuenan las placas metálicas de los tejados de paja, tintinean los vidrios de las ventanas. En esta atmósfera en tensión cualquier cosa puede suceder, cualquier cosa debe suceder. Los rayos del sol, afilados como una navaja, hacen resaltar cualquier grieta en el interior de la montaña próxima, cada nudo en las finas vigas de las casas de madera, cualquier imperfección en el enlucido de los edificios modernistas. Moramos por unos momentos en la imaginación de un hombre con un abrigo luminoso y una desgreñada cabeza de pelo canoso. "¡Poesías sobre el Tatra!¡Poesías sobre el Tatra!", grita con una voz ronca blandiendo un libro con sus poemas. Es alto y delgado, hace ya tiempo que superó los setenta años. Los turistas pasan a su lado con la misma indiferencia que frente a las tiendas de souvenir, los stands de queso de cabra, a las barbacoas humeantes sobre las que las salchichas asadas se vuelven negras, y a las barras de los bares sobre las que los clientes derraman las cervezas. iHenryk Szulczyński viene de la región de la Wielkopolska (Gran Polonia), en la juventud fue víctima de los experimentos de los médicos nazis. El dinero recibido como resarcimiento por la pérdida de la salud le sirvió para publicar sus libros de poesía, que según decían era la obra de un "grafomaniaco". Murió en el 2003. Los habitantes del lugar también conocían otra paradoja sobre la vida de Szulczyński: Escribió sobre los Tatra, que eran su pasión, pero nunca fue a las montañas...porque sufría de vértigo.
"La prolongada influencia de la atmósfera de Zakopane [...] vuelve incluso a los más activos en pseudocontempladores, ocupados sólo en observar los cambios que abren camino en sus corruptas y envenenadas mentes". Ésto fue escrito en 1919 por Stanislaw Ignacy Witkiewicz (1885-1939), pintor, fotógrafo, teórico de arte, escritor, conocido por el pseudónimo de Witkacy. Fue un hombre de enorme y versátil talento, y al mismo tiempo un provocador. Gastó una última broma a sus compatriotas incluso después de muerto. La autoridad comunista había decidido reportar sus restos de la Unión Soviética a Polonia. En la primavera de 1988, un ataúd de metal que contenía restos humanos fue transferido del pueblo de Jeziory en Ucrania a la tumba de María Witkiewiczowa, la madre del artista. El funeral en Pęksowy Brzyzek, en el cementerio histórico de Zakopane, tenía un carácter insólitamente ceremonioso, incluso pomposo. El día después comenzaron a circular voces que decían que la exhumación del artista se había realizado con demasiada celeridad y no era seguro que los restos enterrados en Zakopane fueran los suyos. En Polonia, en aquellos tiempos democrática, decidieron verificar el contenido del féretro. Se descubrió que en lugar del artista polaco, una joven mujer, probablemente ucraniana, había sido enterrada junto a Maria Witkiewczowa.
Dejando a un lado el humor postmortem de Witkacy volvemos a sus reflexiones de 1919: "Hace tiempo Zakopane era llamada la capital espiritual de Polonia. Nosotros la definimos de otro modo: la fábrica general de una droga particular, típicamente polaca, la zakopianina". No es que la pequeña ciudad ejerza un influjo demoniaco sobre las personas, tampoco las pensiones, ni las cafeterías o los sanatorios, ni tampoco el alcohol o la nicotina pero, como el artista escribe, "la propia naturaleza lo mismo concede, lo mismo se desploma, lo mismo se entierra en las montañas, en la cual, con su narcótica belleza, bloquea el camino de la vida, es un enterramiento físico, que lleva a un enterramiento mil veces peor".
Han pasado noventa años, hoy Zakopane es diferente de como era entonces, pero será siempre una "fábrica general de zakopianina". La acción de este narcótico típicamente polaco provoca una intrincada mezcla de contradicciones. El kitsch y la grafomanía van dadas de la mano hacia el talento. La cultura popular se mezcla y se entremezcla con la alta cultura. Un capitalismo voraz cercano al idealismo naïf. El verdadero arte convive con una pacotilla comercial. Las modestas casas de madera de los granjeros, reliquia de un lejano pasado, y las áreas urbanizadas de cemento, reminiscencias de el no remoto real socialismo, dejan espacio a las grandes casas modernas y las hosterías al estilo de la montaña. En el mar de la fealdad arquitectónica, brillan como perlas aisladas, casas maravillosas y originales. Artistas y grafomaniacos, los ricos y los pobres, los protectores de la naturaleza y los tecnócratas, católicos y ateos, gente de la zona y extranjeros del valle, todos atrapados en sí mismos, cuando el viento de la montaña se aproxima, se juntan para tomar vodka.
La localización de Zakopane favorece esta concentración. De hecho, la ciudad está situada en el valle al pie del Tatra, limitado por uno de sus costados por una pared de calcáreas del monte Giewont, que supera en casi mil metros las calles y las casas, y por el otro extremo el suave Monte Gubałówka. Aquí encontramos la última parada de la línea de trenes, que llega a Cracovia, aquí llegan los últimos autobuses provenientes de casi todos los destinos polacos. Por último, aquí terminará la autopista, autopista que está en vías de construcción desde hace años y que es objeto de interminables debates.
Por mucho tiempo, los habitantes de estos lugares han tenido poco contacto con el resto del mundo. Esto les ha permitido preservar su dialecto original, que se cree similar a la lengua polaca antigua. Han creado un propio estilo de edificación, haciendo casas de madera con largos troncos al que se ha cortado la médula y sin necesidad de clavos. Han dado vida a una nueva cultura conectada con la transhumancia sobre los pastos de las montañas. La particular valentía de estas personas deriva del hecho de que, viviendo aisladas en un terreno inhóspito y con un clima severo, no han asumido la sumisión feudal. En el siglo XIX, los intelectuales polacos, gracias sobretodo a Tytus Chalubinski, un médico de Varsovia, "descubrieron" Zakopane. La élite de una población sin estado se enamoró de las montañas y sus habitantes. En esta gente sencilla, en su carácter duro, en la lengua arcaica y en su cultura identificaron la esencia del espíritu polaco. Stanisław Witkiewicz (1851-1915), padre de Witkacy, inspirándose en los edificios del lugar, creó un nuevo estilo arquitectónico, llamado "estilo de Zakopane", y provó a difundirlo como estilo nacional para todo el territorio polaco. Escritores, poetas, músicos,escultores, pintores, muchos son los artistas polacos ligados a los montes Tatra y Zakopane. A un lector no-polaco podrá sonarle como un elenco abstracto. Citamos sólo algunos como ejemplo.
Mieczyslaw Karlowicz (1876-1909), definido como el más grande compositor polaco después de Chopin, creó canciones y poemas sinfónicos innovadores para su propia época. En su ópera los Tatra no aparecen explícitamente, su rol era diferente, ampliando la imaginación del artista, que transcurría mucho tiempo en las montañas y escalaba por difíciles senderos rocosos. Desapareció durante una excursión de esquí, arrastrado por un avalancha.
Karol Szymanowski (1882-1937) llegó a Zakopane para curarse de la tuberculosis y aquí permaneció por mucho tiempo. Estaba fascinada por la música popular de estos lugares, el Tatra y sus montañeros reviven en sus trabajos.
Henryk Mikolaj Gorecki (nacido en 1933), quizá el más eminente compositor polaco contemporáneo, transmite la herencia espiritual de Szymanowski, original de la Slesia, ha pasado durante años las vacaciones a los pies del Tatra. Hoy vive en Zab, el pueblo polaco situado más arriba, a doscientos metros sobre el valle de Zakopane.
De entre los escultores vale la pena mencionar dos alumnos del gran maestro. Antonio Rzasa (1919-1980) y Wladyslaw Hasior (1928-1999) estudiaron en el Instituto de Artes de Zakopane bajo la dirección de Antonio Kenar (1906-1959), escultor y escalador. El primero creaba figuras de madera de formas simples y con una extraordinaria condensación de emociones que representaban personas sufriendo, enamoradas, afectuosas, cálidas. No obtuvo, sin embargo, un reconocimiento general, aún hoy no se habla lo suficiente de este escultor popular de figuras religiosas. El segundo se convierte en un famoso artista de las vanguardias, provocador y transgresivo (un ejemplo es su composición de muñecas pinchadas en tenedores), pero en los últimos años ve atacado su legado por el régimen comunista (pensemos en el monumento a los policías caídos en la lucha contra el movimiento clandestino por la independencia nacional).
Es difícil mencionar todos los pintores que en su obra han mostrado los montes Tatra, citamos sólo uno, el que ha sobrepasado en genio al resto, sin por ello obtener el puesto que merece en la consciencia cultural polaca. Andrzej Wroblewski (1927-1957) pinta estas montañas del modo más simple y sincero. Murió en circunstancias misteriosas durante una excursión solitaria sobre el Tatra.
Pasamos por alto a los poetas, porque no son del todo traducibles a lenguas extranjeras. De los escritores citamos solo a Jalu Lurek (1904-1983), que recoge una gran cantidad de material sobre la historia del Tatra y de Zakopane y mezcló hechos reales con acontecimientos y creaciones de su fantasía. De este modo ha construido el Libro del Tatra (Ksiega Tatr), una obra controvertida en dos volúmenes, que por un lado se desvía de la búsqueda de la verdad histórica, y por otro transmite del modo más fiel aquello que en el título de este texto habíamos definido como la atmósfera de Zakopane, una atmósfera que nace del Tatra, montaña extraordinaria.
Tal concentración de todas las atracciones alpinas (a excepción del hielo) sobre una superficie tan pequeña ejerce una atracción tan fuerte que cada año millones de polacos se desplazan hacia el sur para permanecer al menos unos días. No obstante, aún con una enorme afluencia de turistas, los Tatra aún son lugares salvajes, donde viven más lobos que en todas las montañas de Austria y más osos que en los inmensos Alpes italianos. Obviamente, también hay lugares desfigurados por el hombre, como el Kasprowy Wierch con el funicular y el telesilla. Sin embargo, en general, la presencia del hombre , la baita del pastor y los refugios conservan un elevado nivel estético, demostrando respeto por la belleza de la naturaleza. Su forma, como en el caso del refugio de la Dolina Pieciu Satawow Polskich ( Valle de los cinco estanques polacos) representa un modelo de simbiosis entre naturaleza y cultura. Pero esto no se puede describir, hay que verlo con los propios ojos. Aquí se puede acceder en coche de los Dolomitas italianos en menos de diez horas, sin necesidad de pasaporte, porque desde hace un año forman parte de la Zona Schengen.
Los montes Tatra son la cadena montañosa más elevada de los Cárpatos. Tienen una superficie de 785 km2, de los cuales 4/5 pertenecen a Eslovaquia y 1/5 a Polonia. Se extienden en línea recta a lo largo de unos 53km, y con una anchura de entre 15 y 19 km. El pico más alto es el Gerlach, 1655m sobre el nivel del mar, que se encuentra en territorio eslovaco. El pico más alto del Tatra polaco y de toda Polonia es el Rysi, 2499 metros sobre el nivel del mar. El mayor y más conocido lago es el Morskie Oko, de una superficie de 34,5 ha y de una profundidad de 50,8 m. El límite superior de zona de bosque está situado a 200-300m, más bajo que sobre los Alpes. A la sombra de los abetos de alta montaña crece el mugo (pinus mughus) y algunos pinus cembra aislados. Los abetos y las hayas originales, que en la zona inferior de la montaña se extienden sobre amplios territorios, han sido sustituidos por el monocultivo de abetos. La fauna es rica en especies: cabra (de 600 a 700 ejemplares), 2 ó 3 manadas de lobos, algunos linces, algunas parejas de águila real. La naturaleza de esta montaña ha sido puesta bajo tutela. En la parte eslovaca existe desde el 1949 el Parque Tatransky Narodny (Parque Nacional de los Montes Tatra), mientras que en la zona polaca existe desde el 1954 el Tatrzanski Park Narodowy (Parque Nacional de los Montes Tatra). Zakopane es una pequeña ciudad del voivodato de Malopolska (Pequeña Polonia), sede del distrito de los Tatra, situada a una altura de 740-1120 m sobre el nivel del mar. Número de habitantes: 28.000. Es visitada anualmente por cerca de tres millones de turistas. Es mencionada por primera vez en el 1578, y se convirtió en sede parroquial en el 1848, ha obtenido el estatus de zona urbana en el 1933. La mayor manifestación cultural y recreativa son los Campeonatos de esquí antiguo por el Huevo de Pascua (lunes de Pascua), la Fiesta del Uno de Mayo sobre el Tatra (comienzos de Mayo), el Festival Internacional de Folklore de la Montaña (Agosto), los Encuentros con el Cine de Montaña (septiembre) y el Camping del Jazz Kalatowki (Octubre).
http://www.tatry.tpn.pl/
Fotos: Adam Brzoza
- photo: Adam Brzoza
- photo: Marcin Józefowicz
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- photo: Marcin Józefowicz
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