Situada en el interior del Parque Nacional Dolomiti Bellunesi, en el grupo Le Vette, Malga Ramezza Alta (1485m) sirvió, en torno a los años 50, de punto estratégico para el pastoreo alpino que se desarrollaba en los breves veranos sobre los prados de debajo del Sasso di Scàrnia. Los pastores subían los bueyes y las vacas que servían de carne o producían los productos lácteos y la leche. Del lejano Valle di San Martino partían con las bestias y alcanzaban los pastos, que en verano se perfumaban de las hierbas y las flores, y permanecían allí durante casi tres meses en la Val Fratta, llevando una vida espartana en contacto con la naturaleza. Pero el porvenir de las fábricas y la disminución de los intereses por el pastoreo, y tomando en consideración las fatigas y las privaciones que estos hombres debían soportar, dio lugar a que, poco a poco, éstos permaneciesen cada vez más abajo, para más tarde tomar otras direcciones que quizá atraían más por su llanura que por su altitud. Comenzó así el abandono de las queseras, de las malgas, de los trabajos de montaña: siega del heno, el pastoreo alpino, la limpia de los bosques y en unos pocos años la montaña resultó abandonada, frecuentada sólo por cazadores y algunos apasionados excursionistas. Así Malga Ramezza asumió este detino en un breve transcurso de años. Sólo en los años 80 un grupo de voluntarios de Vignui deciden intervenir para realizar cualquier labor; hasta que en el 1988 el encuentro y la amistad de un grupo de apasionados excursionistas feltrinos, que conocían bien la zona de la Malga, junto con otro grupo “I Camòrz”, que compartían los mismos intereses, hacen nacer la idea de restablecer Malga Ramezza Alta, un punto estratégico en el recorrido de la Alta Vía nº2 que une el Refugio Dal Piaz con el Refugio Boz, y un punto de apoyo importante también para la vía que sale del Valle de S. Matino que hace no muchos años era raras veces frecuentada. La restauración se desarrolló en dos fases: la primera con el transporte a peso de tablas, palos, piezas de hierro, chapas, cemento (la arena se recogía en un arenal de un torrente cercano a la malga), tubos, muebles y todos los útiles necesarios que viaje tras viaje conseguían transportar allí arriba. En un domingo excepcional fueron 50 personas las que estuvieron trabajando. Llegó una caravana de gente que nunca había sido vista por aquellos lugares: muchachos, niños, mujeres, hombres y ancianos, todos unidos por una gran pasión y voluntad, volcados emotivamente en el entusiasmo de recuperar una malga que tenía para ellos muchos significados. No se trataba solamente de la recuperación de una estructura abandonada al desuso, sino de inocular nueva vida a la historia de aquel lugar, raíces, tradiciones, la foto grabada de aquellos hombres: padres, abuelos que la habían habitado, era reencontrarse con su propia historia, el significado de una existencia. En la segunda fase arrancaron los verdaderos trabajos a los que se dedicaron estas personas. Las operaciones de restauración terminaron en el 2000, pero la inauguración con la celebración de la santa misa, a la cual asistieron otras cien personas, tuvo lugar el 26 de octubre del 2001. Adosada a una característica peña, la malga se asoma al Valle Martino, tras dos gradas de roca; el Pale del'Ai al oeste y la Costa Alpe Ramezza al oeste aparecen recostadas tras los pastos, ahora áun más ocultas tras la vegetación, y por debajo el contrafuerte rocoso del Sasso di Scárnia. La vieja pendana, el refugio al descubierto, tan sólo con un cobertizo que servía de establo para las vacas, se encuentra doscientos metros un poco más abajo a lo largo del sendero de salida, del que hoy no queda sino un murete ideal para las víboras. En el trascurso de estos últimos años la recuperación de la malga ha contribuido a incrementar las excursiones en el Valle de S. Martino, ofreciendo la posibilidad de realizar trayectos circulares, aunque otros lo han valorado como una meta en sí misma. El único handicap es la falta de agua que se puede superar adentrándose al suroeste de la malga, sobre el sendero de la Fontanìe (al suroeste de la conocida Col de la Madona) donde a 30m se encuentra un buen manantial. Estos lugares, que durante décadas han escuchado la dulce melodía de los cencerros y han aspirado el dulce perfume del heno mezclado con flores y otras esencias, no pueden ser olvidados. Cada sendero, roca, piedra, árbol, señal es como una pieza de nuestro pasado arcaico, el propio testimonio cuya presencia hará que no pueda desaparecer de nuestra memoria. Quiero pensar que, como San Martín cuando rasgo su capa para darle la mitad a un mendigo, este grupo de amigos con su amor por las montañas han dado algo suyo a los demás: su tiempo, ilusión y esfuerzo, que nos muestra que, entre otras cosas, la montaña une a las personas y hace que cada uno de los miembros dependa de su compañero.
La Giazzera de Monte Ramezza
El relato de la Giazzera (nevera), en el Monte de Ramezza comienza en Agosto de 1921, cuando un grupo de unos 15 veteranos hambrientos de Lasèn, un pueblo de la ladera meridional del Monte de S. Mauro, (Alpes Feltrinos) destrozados por la guerra y reducidos por el hambre, son salvados por dos emprendedores personajes del lugar: Giosuè Miniati y Umberto De Paoli, procurándoles el trabajo de extraer hielo por cuenta de la Cervecería Pedavena. Los dos habían acordado con los hermanos Luciani que, garantizarían cada día quince quintales de hielo cristalino, sin nieve, que debía llegar al peso público de Pedavena cada día. El pago se realizaría cada 150 quintales entregados, calculando un valor de 35 liras el quintal, casi quince liras más que el precio del industrial. La cervecería les había prestado 30 sacos robustos que servían para cubrir el hielo durante el transporte y una sierra de mano. Terminada la labor, a los trabajadores se les daría una merienda con dos “grandi” de cerveza. Durante la guerra de 1915-1918, después de la derrota de los Caporetto, Feltre y Belluno se encontraron bajo el dominio de las tropas austro-ausbúrguicas en el 1918, quienes les retiraron todo aquello que fuese de metal para convertirlo en armamento bélico. A la Giazzera le fueron retiradas las instalaciones para la refrigeración, bloqueando la producción de cerveza que en aquellos tiempos se acercaba a los 30000 hectolitros anuales. El suceso de la cervecería se trasladó a la caverna de Ramezza, ya conocida en la mitad del 1800, para la búsqueda de trabajo de la pobre gente del pueblecito de montaña. Comenzaba así “El verano de hielo” del que estos hombres, por una quincena subían y bajaban por el Valle de San Martino y el Valle Fratta y después el Valòn del Peròn hasta la gruta de la Giazzera para sacar el hielo y bajarlo. En trineos de fresno que llevaban a cuestas (cerca de 30 kg) partían en seguida de la nevera, donde se encuentran ahora dos muretes que servían como depósito para el hielo, y salían a unos 1860 m de la Giazzera. Desde aquí descendían a la gruta con un breve salto y después del cono de nieve se colocaban en el vasto salón de hielo de donde extraían los bloques. Se dice que los bloques pesaban entre 35 y 50 kg y cada viaje llevaban al valle unas ocho piezas. Que fuerza bruta debían tener estos hombres, pero quizá era ¡la propia de la desesperación! Una vez abajo los bloques se cargaban sobre carros de madera y se transporaban con bueyes hasta Pedavena directo a S. Martino y a través de los pueblecitos de Vignui y Pren. Hecho el primer viaje, tras una parca merienda, los excavadores volvían otra vez a la Giazzera donde pernoctaban al raso, cubriéndose con cualquier tela, durmiendo sobre una cavidad. La mañana después descendían con la carga, partían de nuevo y descendían de nuevo. Un trabajo duro, de valientes, que encontraba aliento en la idea de que cada uno podría llevar a casa una buena suma de dinero para quitar el hambre a su familia y por la atmósfera animada que arrollaba aquella zona en aquel periodo. Se debe pensar que otros excavadores de hielo, carboneros, la gente del bosque, los pastores con los rebaños de vacas y ovejas, eran la vida de malga ( eran al menos 15 de Ere en aquel valle) en suma todo un hormigueo de personas, canciones, historias y cacareos que animaban y daban color a aquel pobre mundo de “últimos” reductos de una guerra que había hundido toda la economía. Fue una estación breve, una historia que se recuerda poco; ahora la Giazzera recibe visitas sólo de algunos excursionistas particularmente curiosos y atentos o de los espeleólogos, pero en aquel breve lapso de tiempo consumido en un visto y no visto de trineos y hielo a la espalda, resuena y reverbera la imprecación, la carcajada, el sudor, el esfuerzo de todos aquellos hombres que por necesidad han trazado la vía de la montaña. Sobresaliendo en el Valle de San Martino, del silencio del bosque de chopos, podemos aún sentir y ver aquellas voces.
La iglesia de San Martino en el Valle
La iglesa está erigida por el obispado de Tours, militar romano que se convirtió al cristianismo contra la voluntad paterna, notable por haber compartido su manto con un pobre. Su fiesta se celebra el 11 de Noviembre, cuando se cierra la estación agrícola; en la tradición popular esto sucede por la llegada del santo de los vendimiadores y de los viñadores. El oratorio, fundado sobre la preexistencia medieval, sobresale en la forma actual desde finales del siglo XVI. En el interior, la espaciosa nave está cubierta por frescos y por grandes recuadros muy estropeados y de difícil interpretación, que parecen realizados por una única mano y que podrían haberse concluido en el 1594, fecha de la consagración de la iglesia. Representan las escenas de la vida de San Martino y de San Antonio de Padua.
Una propuesta para conocer el entorno de Malga Ramezza Alta La Giazzera dle Monte Ramezza
Bella excursión en círculo que permite visitar esta gran vorágine que se abre a cerca de 1800 metros de altura, cuenca que se encierra entre el Monte Ramezza (2250m) y el Col Veriòl (2173m), escondida entre las dos conocidas estribaciones de Col de la Madona en una región de barrancos kársticos- conocida como la Sfondrà: un gran cinturón usado por los pastores que acostumbraban a llevar sus ovejas a esta zona de pasto. Escalando el Valòn de Peròn, aparece de pronto el abismo a la izquierda, bajo el Costa Brusada y oculto entre dos acantilados rocosos. Desde el valle de San Martino, hay un aparcamiento a 560m, justo antes de Malga Ramezza Alta a 1485m, a 2 horas del itinerario de la vía 2. Justo antes de la cabaña de los pastores, encontramos las ruinas del cobertizo del castillo. A la izquierda, cerca del suelo de piedra seca de una antigua estructura, el camino se bifurca hacia el oeste, indicado por una parcela de pinos de montaña. Alcanzando el límite de los pinos y el hayedo, torcemos a la derecha y continuamos por la empinada pendiente del bosque, dejando atras una montaña de pinos más arriba. Continuando, llegamos al final de una pared baja y entramos a lo que es claramente un cañón, el Valòn del Peròn, cubierto en parte por pinos de montaña y algunos signos con piedras apiladas. Continuando entre los pinos y por las pistas de bajo pasto, nos desplazamos a la derecha al nivel de una banda de rocas. Más arriba, comenzamos a perder la vereda entre los pinos, y se escala diagonalmente hacia la izquierda. Tras comenzar el abrupto camino llegamos a una llanada de hierba por donde seguimos el camino hacia la cumbre, siguiendo la pila de rocas que sirven de signos para llegar a la Giazzera, que aparece de pronto a nuestra izquierda a 1860 metros, después de una hora de camino. A día de hoy la nieve está a 8 metros, no a 2 de la entrada. Siguiendo las señales de las piedras, desde el abismo subimos al acantilado kárstico de la Sfondrà, marcado por surcos, agujeros y torcas, y llega al tramo más alto de la Vía 2, alrededor de los 2050 metros, debajo de Monte Ramezza. Ahora nosotros torcemos a la derecha, hacia el este, comenzando el descenso a través de la horquilla Scarniòn a los 1900m, para después torcer a la derecha y atravesar la sección de pinos que, cruzando por debajo de los acantilados de la roca del Sasso de Scàrnia (2227m), se dirige hacia el Forcella di Scàrnia (1598m, 1' y 15''). Este te lleva a Malga Ramezza Alta (1484m) en 15 minutos y, como por el itinerario de salida, nos conduce al punto de salida en alrededor de hora y media.
Diferencia de altitud: 1500 metros Duración: 6 horas Grado de dificultad: E.E. Estación recomendada: desde Mayo hasta Octubre Campamento base: Malga Ramezza Alta (acondicionada para 8 plazas y espacio para hacer fuego)