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LOS DOLOMITAS:
Patrimonio de la humanidad pero sobre todo “nuestro””
Giacomo Santini
Al fin, el 28 de Enero de 2008, las provincias autónomas de Trento y Bolzano, junto a las provincias de Belluno, Pordenone y Udine, han tomado la decisión de llegar a un acuerdo para proteger los Dolomitas, montes de todos nosotros.
En esta fecha se envió al Ministerio de Medio Ambiente y de la protección de Tierra y Mar la candidatura de los Dolomitas para la inscripción en la lista de los bienes considerados Patrimonio Mundial de la Naturaleza de la UNESCO. Pero esta idea se estaba ya valorando en el 2004 y se ha desarrollado en los años sucesivos. Esta lista comprende los bienes culturales o naturales “considerados de valor excepcional para toda la humanidad”. Italia ha ratificado la Convención de la UNESCO con la ley nº 184 del 1977 y se ha aceptado la responsabilidad en cuanto a la tutela de los bienes naturales, que son muchos y diversos, como se lee en la catalogación oficial:
- Los monumentos naturales constituidos por formaciones físicas y biológicas o de los grupos de tales formaciones de valor universal excepcional desde el punto de vista estético y científico.
- Las formaciones geológicas y fisiográficas y las zonas estrechamente delimitadas que constituyen el hábitat de especies animales o vegetales amenazadas, de valor universal excepcional desde el punto de vista científico o de la conservación.
- Los lugares naturales o las zonas estrechamente relacionadas de valor universal excepcional desde el punto de vista científico, de conservación o belleza natural.
Los Dolomitas reunen las tres características y aún más podrían ser añadidas para definir nuevos parámetros para describir el valor y la belleza de la región alpina.
Se hace evidente que no era necesario este reconocimiento para ser conscientes de que formamos parte de un parque mágico, único en el mundo. Cualquiera que haya calzado unas botas de montaña ( si no un piolet y unos crampones) se habrá encontrado inmerso en esta maravilla natural, pero además habrá sentido la necesidad de protegerlo.
Tener el reconocimiento de la UNESCO y poder preciarnos del distintivo “Patrimonio de la Humanidad” nos hace sentir orgullosos, al mismo tiempo que cargados de responsabilidad. A nosotros nos corresponde, más que a nadie, el deber de defenderlos y conservarlos, de hacerlos accesibles a todos, aunque no demasiado, de protegerlos de los vándalos de dos piernas, pero también para que el inexorable paso del tiempo no provoque peligros para la integridad de este patrimonio.
De hecho, en época reciente, habíamos asistido a la pérdida de parte de la montaña que se ha derrumbado a lo largo y ancho del macizo principal, con peligro para la comunidad de personas que allí habita y con la pérdida de elementos morfológicos irrecuperables. El desprendimiento de parte de la montaña cambia el escenario de los valles circundantes e incide en la historia y los hábitos y puede incluso variar las condiciones de vida, por ejemplo por efecto de las modificaciones climáticas que a menudo se relacionan con las nevadas.
Volviendo al procedimiento para el reconocimiento, hay que aclarar cuáles son los aspectos que convierten en “Patrimonio” ciertos bienes naturales frente a otros. La carta oficial dice:
“Los criterios para diferenciar las áreas candidatas son la geología (grupos montañosos constituidos por dolomías y de formaciones dolomíticas principalmente), la geomorfología (paredes rocosas que ascienden verticalmente hasta alturas de más de 2000m por encima del nivel del mar, presencia espectacular de los picos y agujas en las cimas y amplias laderas de gravas en la base) y la unidad paisajística”.
Pero, ¿quién determina esta decisión? En cuanto respecta al Trentino, existe un Comité que se ocupa de la administración provincial, pero no son los únicos: para la elección de las áreas candidatas, las indicaciones vienen determinadas por el Grupo de trabajo interministerial permanente, encargado de verificar la preexistencia de una disciplina de protección, es decir, la presencia de un parque natural o de un lugar de importancia comunitaria, con el fin de asegurarse la unidad del bien en el caso de que el área seleccionada esté a caballo entre los confines provinciales.”
A estos requisitos técnicos, hay que añadir algunos de carácter histórico-cultural, en los cuales los Dolomitas son singulares. Del patrimonio literario constituido por los miles de publicaciones sobre alpinismo,tenemos al menos un par de siglos que por obra de los pioneros ingleses, también italianos, ha hecho florecer una narrativa popular inspirada en el ambiente mágico de la montaña, con hadas, elfos y gnomos.
Alrededor del propio entorno de los Dolomitas viven poblaciones particulares, que custodian y son portadores de una herencia cultural, de un folklore y también de una lengua única en el mundo, el Ladín.
Todo esto, sumado a la belleza natural, constituye parte fundamental del concepto de “Patrimonio” que la UNESCO nos reconoce y encomienda.
Nosotros debemos aceptar nuestro rol con el espíritu de “custodia del templo”, basado en la relación personal y directa con la naturaleza y la historia. Con enorme celo tomaremos este cuidado, con la consciencia de que debemos compartir este bien con todos aquellos que quieran explorarlo desde el respeto.
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