NÚMERO 9

     

Encuentros en la montaña, encuentros en el bar

Paweł Grocholski


 

Un paseo por montes Tatra, especialmente en verano, consiste en eludir con inteligencia los lugares masificados. No es difícil, porque es sencillo predecir el objetivo de la fila de turistas: está indicado por un refugio famoso de montaña, por los teleféricos y para algunos grupos también por los lugares sagrados. Una excursión mal planeada, por un lugar con una aglomeración de personas es indudablemente una experiencia nefasta. Esto nos sucedió recientemente en los bajos montes Tatra. Estábamos buscando paz y tranquilidad, pero nos bajamos del coche ya estresados, porque no encontrábamos hueco en el aparcamiento. Luego, en la montaña, encontramos una hilera de gente sudada, perros ladrando, botellas de plástico tiradas por todas partes. Sólo pudimos disfruta al llegar a la cima, con la tarde avanzada, cuando el sol desapareció y los turistas se desvanecieron. ¿Significa que los encuentros en la montaña han perdido su significado y que la gente que conocemos son potenciales rivales en una competición por el lado fácil del sendero o por un lugar en el banco del refugio? Es realmente lo que parece, andar por la montaña puede ser como emprender una carrera económica o política, pero sin sentido, porque no hay ganancias materiales.  En este caso la recompensa es el espacio. Por lo tanto, como en el libre mercado, los más listos son los ganadores, en este caso el premio es lo que más falta: el espacio. Pueden conseguirlo, por ejemplo, porque conocen aquellos senderos más recónditos que llevan a los rincones menos explorados de la montaña. Estos lugares no suelen estar indicados en los itinerarios turísticos y pueden incurrir en un delito. Así que el intrépido ganador del libre mercado (en la batalla por el espacio) pierde la competición en otro frente: el continuo estrés reduce la calidad de su sensación de paz. Cada persona que encuentra es un potencial guardián de la naturaleza: un enemigo que puede asestarle una multa. ¿De que encuentros hablamos entonces? ¿Entre quiénes y qué significan?

A pesar de las dificultades que hemos descrito, hay muchas razones para expresar que el mundo de los Tatra no existiría si no hubiese gente que lo poblase. Las masas por un lado y los guardas forestales por otro, son claramente un problema, pero no hay otra opción. Cuando uso la palabra “encuentro” estoy pensando en algo más que en desagradables compañías, en personas que pueden hacer daño.

Entonces,¿a quién podemos encontrar en los Tatra? Hay dos tipos de personas que pueden presentarse: el primero es el clásico escalador solitario, el segundo es el universal dueño del bar de la montaña.  Nunca podrás encontrar una versión perfecta de estos dos tipos. El escalador solitario elude los bares y los refugios, se levanta temprano y llega tarde a casa. Viste de un modo que no parece un escalador, sus ropas se ensucian antes de lo que uno pueda imaginar, y para el turista común puede parecer más como un urbanitas. Por otro lado, su colega, el dueño del bar, siempre viste muevas marcas de moda de alta montaña. En verano luce unas elegantes y ligeras sandalias y una camiseta con el dibujo de un águila o de un mamut, en invierno calza unas pesadísimas botas, marrones o de colores (según marque la última moda) y prácticos crampones para luchar con el hielo de la ciudad. Finalmente, por supuesto, necesita una sudadera Gore-Tex y ropa interior especial. Nunca nadie lo puede confundir con un turista ocasional. Evidentemente es mucho más sencillo ser un ortodoxo escalador que el dueño del bar. Un día en la montaña es menos cansado que una noche en el bar. Y la naturaleza es más tierna que las personas, si no se utiliza la ropa adecuada. Y por último el hecho de que el bar es más caro que la montaña.
Afortunadamente la gente no es perfecta: el cliente del bar a veces se aventura en la montaña y el escalador entra en el bar. Gracias a este hecho, es posible disfrutar de aquellos encuentros que mantienen el carácter de los Tatra. Sin embargo, uno sabe que para ser escalador  hay que invertir mucho  tiempo en las montañas, y ser sistemático. Tienes que ser paciente y entrenar durante un tiempo para alcanzar un nivel suficiente. El escalador aplicado no tiene demasiado tiempo par a encuentros fútiles, porque necesita tener acceso a la información de otras personas y sus experiencias, y cuando hace uso de sus experiencias, quiere pavonearse de sus hazañas. Colócalo constantemente en el centro de la conversación y automáticamente se transformará de severo asceta a montañero de bar. Después de un rato, él vuelve a la montaña y la historia empieza de nuevo, pero  ya el montañero no puede ocultar el hecho de que estos encuentros dan sentido a sus esfuerzos. Es gracias a los que escuchan y lo apoyan por lo que las excursiones a los Tatra comienzan a convertirse en actividades artísticas. ¿Cómo es posible?
El hombre es una criatura que vive al borde de dos mundos: el material y el espiritual. El mundo material está representado por el dinero, para tener cosas, comer, etc Para algunos esto es suficiente: una casa, un coche, comida, una televisión... Mucha gente, sin embargo, siente la necesidad de algo más, algo que pertenece al mundo espiritual. Y una excursión por la montaña es una de las mejores maneras de escapar del mundo material y aproximarse al espiritual. Somos bastante capaces de pasar sin la televisión y la cena para gastar el día escalando o paseando. Es evidente que las propias montañas son materia, y somos nosotros los que les damos un valor espiritual. No tenemos la capacidad de construir un mundo metafísico por nosotros mismos. Para ello necesitamos otras personas, necesitamos hablarles: necesitamos encuentros. De esta forma, la montaña se transforma en un reino mágico, pero este mundo es muy frágil. Sólo existe en nuestra mente, pero es independiente de nosotros. Los lugares adquieren significados, tiene sus propios nombres y  leyendas. Gracias a esto, un espacio es creado por la gente y por sus almas, pero no podemos olvidar que este espacio puede no existir sin el contacto con otras personas. Incluso el clásico escalador solitario construye su propio mundo espiritual en base a su propia experiencia, pero también sobre las de otras personas: él consulta las guías en el camino, en el mundo del espíritu él conoce a sus autores. Los bares juegan un importante papel en la creación del mundo de la montaña y el mundo espiritual. A veces sólo tenemos tiempo para contar nuestras propias aventuras en estos encuentros en el bar. Sin las montañas, que no dependen de nosotros, nuestra historia se perdería en el aire. Eso puede ocurrir si nadie nos escucha (cosa bastante probable). Esta es la razón por la que los encuentros mantienen nuestro mundo de la montaña.

 
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