El arte de hacer sonar el vidrio, conocido en Persia en el s.XI, donde encontramos instrumentos de percusión como el jaltarang arabe-persa, llegó a Europa en el s.XV. El primer testimonio de la armónica de cristal en Europa (xilófono de cristal formado por copas semiesféricas de cristal) lo encontramos en el Tratado de la Teoría de la Música de Gaffurio, publicado en Milán en 1492. Hasta el s.XVIII, no fue utilizada de modo sistemático en agrupaciones concertísticas. El irlandés Richard Pockrich, en torno a la mitad del siglo, había alcanzado una técnica que le permitía la fricción de los dedos en vez de la percusión por medio de baquetas. En el 1761, el estatista e inventor americano Benjamín Franklin, tras haber visto tocar a Edmund Delaval en Cambridg un instrumento compuesto por veintiséis copas, e impresionado por la potencialidad del instrumento se decidió a perfeccionarlo.
Dispuso numerosas copas de cristal semiesféricas, unas dentro de otras, en orden de tamaño decreciente, todas fijadas a un eje que pasaba atravesando un orificio perforado en el extremo.
Con un pedal se hacía rotar el eje, lo que permitía que se pudieran hacer sonar el cristal con el roce de las manos. A finales del 700 se añadió un teclado que evitaba el contacto directo con las copas. Fue ésta la armónica de cristal para la cual Mozart, fascinado por el virtuosismo de Marienne Kirchgässner, compuso el Adagio en do mayor KV 617/a para armónica de cristal y el Adagio y Rondó en do KV617 para armónica de cristal, flauta, oboe, violín y violonchelo.
Desde los 27 años Gianfranco Grisi, músico ecléctico original de Trento, que reúne una rigurosa formación académica (piano, composición, dirección de orquesta y dirección de coro), junto a una capacidad creativa poco habitual, se dedica al estudio y experimentación sobre el “armonio de copas”, es decir, una armónica de cristal manual. Inspirado en al armónica de cristal de Bruno Hoffman, ha puesto a punto un instrumento de 37 piezas, llenas de más o menos agua, que permiten al instrumentista realizar acordes de seis notas simultáneas e interpretar en todas las tonalidades: lo ha llamado Cristalarmonio. Único interprete de las obras de Mozart para armónica de cristal, fue invitado a Salzburgo con su cristalarmonio en el 250 aniversario del nacimiento del gran compositor para interpretar, con la Salzburg Chamber Soloists, las dos piezas compuestas para la famosa armónica de cristal y al Metropolitan de Tokio con la orquesta de Bérgamo para la ejecución de “Lucia de Lammermoor” de Donizeti.
*”Cada vez que toco el cristalarmonio nace la magia, quizá porque es el único instrumento que suena con todos los elementos de la naturaleza: el agua, presente en las copas, la tierra (la arena que aporta el sílice), el fuego del cristal y la madera ( la base de las copas) y el aire...”
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