Sumario3

 

 

 

 

 

 

La fauna del Parque Natural de Adamello Brenta

EL MUFLÓN,

UN UNGULADO VENIDO DESDE LEJOS

De Marco Apollonio

 

 

 

 

 

No es poco frecuente para los ungulados de las montañas europeas viajar desde lugares lejanos donde significativos eventos climáticos, como las glaciaciones, les han conducido a extensas áreas montañosas de nuestro continente en sucesivas oleadas, generalmente desde el este. En el caso de los muflones, no ha sido la propia especie, sino el hombre quien ha provocado este desplazamiento; el muflón llegó a Cerdeña en torno al 600 a.C. desde Oriente Medio, traído por las gentes de Oriente  en migración hacia Occidente, donde ya estaban familiarizados con el pastoreo y eran capaces de la producción de cerámica. El área de origen está identificada en base a las similitudes con la oveja salvaje de la zona ( los Urales del Cáucaso y Turquía) y del parecido entre las culturas invasoras y de las gentes de aquellas áreas. El muflón no acabó sus andanzas en esta gran isla del Mediterráneo. Después de habitar por varios siglos en Cerdeña- donde se generalizó su presencia en libertad- y en consecuencia, la especie fue traída de Córcega a Europa continental e introducida en la península italiana y otros muchos países de Europa, y más allá de sus fronteras, empezando en 1790-92 con la primera tentativa de establecerse en el norte de los Apeninos. El lugar más lejano (y más inhóspito) donde los muflones han migrado es el archipiélago de Kerguelen, de la Antártida.

 En Italia, actualmente, la distribución de esta especie es bastante amplia: en su área de origen histórica, Cerdeña, está presente con cerca de 6000 cabezas, localizada en el Ogliastra, monte del Gennargentu y del Supramonte y sobre el monte Albo, de donde es originaria  y en áreas del Pabarile, Capo di Figari y l’Asinara, donde ha sido reintroducida. La especie ha sido también introducida en islas menores como Elba, Chaparía, Marettimo, en amplias laderas de la Italia Central, sobre los Apeninos y los Alpes.

En el parque Adamello Brenta, el muflón llega tras el 1974 y el 1976, seguido de varias incursiones, la que dio lugar a tres colonias que se mantienen hasta nuestros días: la mayor en el Brenta meridional con al menos 150 cabezas, una en el macizo de la Presanella con cerca de 50 cabezas e infinidad de pequeños núcleos presentes en los espolones de valle de Nardis.

El muflón es una cabra salvaje de aspecto más estilizado que la doméstica, la cabeza presenta cornamenta sólo en los machos: una cornamenta sutil y de tamaño reducido puede presentarse en algunas hembras, excepcionalmente en el muflón de Sardi, frente al 70% de las hembras de Córcega. La cornamenta tiene forma de espiral comprimida, de color marrón oscuro, con relieves anulares en toda su extensión.,que pueden desgastarse como resultado de los golpes que reciben en las peleas entre los machos durante el periodo de reproducción. El crecimiento anual es sustancialmente mayor durante los primeros cinco años y se reduce considerablemente después. El pelo es áspero y corto, y lo mudan dos veces al año, en otoño y en invierno. La coloración es marrón, con tonos más claros en verano y más oscuros en invierno. En el macho adulto, en invierno podemos observar una mancha blanca en el lomo llamada “silla” y crines negras sobre el cuello y el pecho.

El muflón es típico de zonas del Mediterráneo, y en esta zona está asociado con hábitats rocosas; en realidad, para todos los ungulados de montaña, las rocas representan un lugar de refugio que permite a los muflones escapar de sus depredadores. La altitud en la que habitan ha variado mucho respecto a  aquella de la que proceden, entre 1300 y 1600 metros sobre el nivel del mar. En las áreas del Mediterráneo ha demostrado ser capaz de resistir a las dificultades climáticas invernales: en el Supramonte permanece a una altitud de entre 1300 y 1500 metros durante el invierno. En Italia continental, tanto en los Apeninos como en los Alpes ha sido introducida en lugares de entre 300 y 2500 metros de altitud, con migración estacional, a veces sustancial en las zonas alpinas, dependiendo de las nevadas. Aquí el muflón permanece en bosques caducifolios o mixtos,  pero frecuentemente, durante el periodo primaveral y de verano, se desplaza a las llanuras más altas. Su relación con las paredes rocosas es, en cualquier altitud, una constante.

Esta especie tiene una marcada tendencia a la sociabilidad y agrupaciones bastante numerosas. Es habitual encontrar grupos de hembras adultas con crías y jóvenes de ambos sexos, grupos de machos de unos dos años y grupos mixtos, muy habituales en época del celo, entre Octubre y Noviembre. Durante este periodo, los machos adultos buscan activamente a las hembras, uniéndose a ellas e intentando asumir el control de estas hembras mediante la lucha con rivales de dimensiones similares. La conducta combativa durante el celo puede ser muy intensa y violenta; incluso existen normas de conducta, con expresiones rituales de agresividad (patada con la pata delantera y giro de la cabeza), otras dos frecuentemente utilizadas son mover la cabeza con los cuernos y embestir. Hay otro  modo de competir y es aparearse con el máximo número de hembras, superando a su adversario en fertilidad gracias a una gran producción de esperma. Este fenómeno de competición “espermática”, lleva al macho a competir por la paternidad de la cría, disputándose, no ya el acceso a la hembra, sino poniendo a prueba la capacidad de sus células reproductivas.

Los nacimientos tienen lugar entre Marzo y Mayo, dependiendo de factores climáticos; las hembras normalmente buscan áreas seguras para el parto, donde permanecen los primeros días tras el nacimiento. Esta situación dura los dos primeros meses del joven, obligando a la madre a desplazarse distancias mucho mayores que otras hembras adultas sin crías. Madre e hijo se comunican mediante balidos, así mantienen el contacto, que va reduciendo su frecuencia a lo largo del otoño.

En los Alpes, el factor limitante más importante es el clima; las nevadas a finales de invierno y en primavera tienen un gran impacto, especialmente para la supervivencia de los cabritos. El águila real y el lobo están siempre al acecho de los jóvenes. Las hembras con crías pueden llegar a tomar medidas defensivas muy eficaces contra los lobos. El lobo ha demostrado ser un gran depredador de esta especie, en particular en zonas donde las áreas de refugio son escasas. Por último, los perros vagabundos pueden ser un peligro para la raza, especialmente tras abundantes nevadas.

 

 

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